Alexis Alday
Artículo editado en la revista Símbolo Nº 33/34. Agosto 1985. Bs. As. (Argentina).
(…) El origen de la generación del fuego por el hombre, aún no puede determinarse y sólo a través de algunos Libros Sagrados se puede formar una idea de cómo el Ser llegó a producir el fuego.
Se conoce por ejemplo que los Persas lograban hacer fuego frotando dos trozos de maderas de esencias diferentes, una del árbol llamado Cunar, y la otra del árbol llamado Namur. Estos pueblos primitivos, por no tener idea del calentamiento por fricción, razonaron pensando que el fuego existía dentro de cada tipo de madera, que siendo macho y hembra, engendraban su hijo, el Fuego.
El fuego entre los Hebreos.
Entre los hebreos hay mención del fuego desde el origen del mundo, y es así como leemos en el Antiguo Testamento, en Génesis 19-24 “Entonces llovió Jehová sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego desde los Cielos”. También en Génesis 21-9 dice “y como llegaron al lugar que Dios había dicho, edificó allí Abraham un altar, y colocó la leña y ató a Isaac su hijo y púsole en el altar, sobre la leña”.
Como vemos en sólo dos pasajes se da el fuego que generó Dios y el fuego que iba a prender Abraham para quemar a su hijo como ofrenda a Dios… y así se encuentran referencias del fuego en: Levítico4-10; Deuteronomio 4-36; Jueces 6-21; 2 Samuel 9; 1 Reyes 2-3, 7-16, 9-25, 10-8, 11; Salmos 11-6. Así hasta el final del Viejo Testamento, que en Malaquías 3-2, dice “…porque es como el fuego purificador”.
También en el Nuevo Testamento se hace mención al fuego, aunque en menos cuantía, tal como fuego simbólico en Mateo 13-30; Marcos 14-54; Lucas 8-16, y así en Juan, en Los Hecho, y para culminar el ciclo en el Apocalipsis habla del “fuego sagrado”, cap. 1-14 y siguientes.
El fuego entre los Romanos
Entre los romanos el fuego encuentra la plenitud de su adoración, a tal punto que en cada casa existía un fuego que nunca debía extinguirse. Durante las noches se cubrían las brazas con cenizas para volver a vivarlo a la mañana siguiente, lo que se hacía con maderas especiales. En este fuego no debía quemarse nada impuro ni sucio. Todos los años, para el 1º de marzo se apagaban los fuegos por única vez, y se encendían al día siguiente, de acuerdo con Ritos Religiosos muy estrictos. El fuego debía encenderse solamente con los rayos del sol, o bien con maderas especialmente tratadas, friccionadas unas contra otras.
El fuego en Polinesia
Los polinesios mejoraron el sistema de encender el fuego mediante el rozamiento de dos maderas, creando un aparato evolucionado para la época: un bastón cilíndrico de madera con punta cónica, que se hacía girar rápidamente mediante una correa. Este bastón se insertaba en un orificio de una madera plana que era fija. El roce producía gran calor y era fácil encender hojas y palos secos y generar así un pequeño fuego. Debido a que imaginaban que el fuego existía dentro de la madera, el sistema de encendido se asemejaba a una gestación. De allí que al bastón se le dio el rol de “varón” –en sánscrito Pramata- y a la madera fija y plana se lo asemejó a lo femenino –Arani-.
Así Pramanta y Arani generaban al hijo, que se llamó Agni. De esta forma el fuego místico nacía como un ser humano.
El fuego en la religión Aria
Rama había conquistado la India. (…) Por aquel entonces los arios no tenían ninguna religión ni cuerpo sacerdotal. Generalmente era el jefe de familia que asistido por su esposa e hijos celebraba los ritos y sacrificios en beneficio de todos.
Fue así como comenzó la formación de una organización religiosa ordenándose sacerdotes que dieron origen a la casta de los Brahamanes.
Para los arios el Dios Fuego era tanto el creador de las formas cuanto el sustentador de la naturaleza y existía tanto dentro como fuera de la tierra, siempre para beneficiar al ser humano. Era un dios de amor y de paz, al que se debía reverenciar y mantener.
El fuego en Grecia
Todas las leyendas griegas de Prometeo tiene un fin común: presentar un protector del hombre ofreciendo el sacrificio de sí mismo con el propósito de dar el fuego salvador y restaurador de la fertilidad de la vida, robándoselo a los dioses que lo poseían.
En las leyendas, Prometeo se sacrifica en la hazaña de conseguir el fuego divino y ponerlo a disposición del hombre para su beneficio. Se deduce que los antiguos mitólogos consideraban que tanto el fuego como el alma humana eran verdaderas centellas divinas.
El fuego en Oriente.
Seguir con el estudio del significado del fuego en las distintas épocas y regiones es casi interminable. Como último paso, su significado en la cosmogonía china, en las que aparecen cinco elementos como resultado de la interacción del Yin y del Yang, fuerzas que deben estar en oposición para lograr el equilibrio cósmico, que es también el equilibrio mental del individuo.
Los cinco elementos son: madera, fuego, tierra, metal y aire, los que no deben ser considerados como “materiales”, sino como fuerzas, tendencias o divinidades. (…)
En la interacción de los elementos, el fuego cósmico aparece como integrante de la evolución de un ciclo de equilibrio necesario para el desarrollo de la vida.
En la doctrina tibetana, se encuentra el mismo sistema de equilibrio, con alguna variante. (…)
El fuego en la Masonería
Dentro del ritual y simbolismo masónico, encontramos varias referencias al fuego, entre ellas los 4 elementos herméticos, representando los 4 tipos primordiales de las manifestaciones de la naturaleza.
Este culto no está dirigido al fuego físico, sino al “Fuego Iniciático”. La iniciación masónica se hace por sucesivas purificaciones por medio de los cuatro elementos. El Recipiendario se purifica por pasos; la última purificación es la del fuego. A través de este elemento alcanza la Iniciación total.
El fuego es también símbolo de Luz en la Masonería. (…)
Se infiere entonces que filosóficamente desde la era más remota, el hombre necesitó el fuego para alumbrarse en sus oscuras noches de ignorancia y también para crear imaginativamente potencias en forma de dioses que daban principio de vida en la primavera y se retiraban a descansar en otoño, como ciclo del trabajo y de la paz.
Fue también el fuego quien dio la posibilidad de progreso místico con su función purificadora, de amor, de subordinación y temor ante la superioridad de su potencia y acción, por lo cual se le hacía holocaustos de perdón y agradecimiento.
Restaría pensar que Agni, viniendo del cosmos, ya como rayo destructor o sol benéfico, pero también pudiendo obtenerlo en la Tierra por manos del hombre, da una vez más la certeza de que “lo de arriba es igual a lo de abajo”, elevando el Espíritu del Ser hacia los Dioses y acercando los Dioses hacia el Hombre.