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Categoría: Artículos
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AFECTO 2OOO

Ismael Gil. Barcelona. España.

ismaelg @ sabadell.org

N. de E.: Creemos que el artículo -editado en la revista Cyclos (verano 2000)- no perdió vigencia. Si bien el autor se refiere al pasado triple tránsito de Saturno, Urano y Neptuno por Capricornio, el recorrido de Plutón ahora por el mismo sector, mantiene la actualidad del análisis.

Desde la década de los 80 asistimos a una vertiginosa transformación de la dinámica social y, consecuentemente, de los modelos básicos que la configuran: familia, pareja y relaciones personales en su máxima expresión y extensión. Los modelos tradicionales se han ido derrumbado sin solución de continuidad, transformándose y evolucionado, en el mejor de los casos, hasta unos límites sin precedentes.

Está escrito que las ideologías han muerto, pero también es evidente que las "estructuras de amparo" que nos abrigaban, si no han muerto, sí parece que están agonizando y es claro que ya no tienen nada que ver con el modelo clásico de hace unas décadas. Ante esta imparable realidad, el individuo se ve obligado a revisar su escala de valores, su concepto de seguridad, sus niveles relacionales y, en suma, su posición en esta cambiante sociedad que le obliga a elaborar un nuevo modelo de ser y estar: hemos pasado de una sociedad de familias a una sociedad de individuos y este cambio, lejos de ser un fenómeno simplemente curioso, redimensiona el nuevo marco social.

 

Desde el punto de vista astrológico lo podríamos interpretar como un ciclo radicalmente materialista, en el que se han ponderado valores del cardinal signo de Capricornio, en detrimento del mensaje del resto de signos cardinales.

Me explico: los signos cardinales (Aries, Cáncer, Libra y Capricornio) se consideran los más importantes del zodíaco porque son los que abren las estaciones, los que generan el impulso renovador y, por tanto, los que aportan los grandes cambios a todos los niveles.

El hecho de que uno estos signos adquiera un énfasis singular (básicamente, por el largo tránsito de los planetas lentos en ese signo), implica, necesariamente, que el resto de signos que forman la cruz cardinal, se hallen sometidos a una tensión y desvalorización adicional y, consecuentemente, obligados a incorporar cambios espectaculares en sus respectivos contextos. Si extrapolamos este modelo celeste al ámbito social, observaremos que el excesivo énfasis que el signo de Capricornio ha tenido en la década de los 80 y los 90, ha generado un nuevo modelo social en el que priman los valores puramente materialistas, las obligaciones: lograr un status, triunfar en la vida, producir y ser los mejores.

En resumen: "tener" más que "ser" a cualquier precio.

Consecuentemente, el primer signo que se ha resentido ante estas premisas ha sido el de Cáncer, representativo de la familia y opuesto a Capricornio, que se ha visto trastocado hasta sus cimientos; el modelo de familia ya no es capaz de acoger las diferentes situaciones y expectativas personales, y se ha visto sustituido por un sinnúmero de variantes, donde los roles cada vez son más difusos, difíciles de definir y de consensuar.

La caída de los valores de la pareja (regidos por Libra) es consecuencia de lo anterior y ha puesto en tela de juicio al modelo convencional, provocando una crisis (Libra está en cuadratura a Capricornio) que se ha traducido, inicialmente, en un descenso en picado del número de matrimonios y un aumento significativo del número de divorcios y, finalmente, en un desplome de los índices de natalidad.

La mujer (regida arquetípicamente por Libra) se ha sentido obligada a asumir nuevos retos, a retrasar la edad del casamiento, a posponer o negar la maternidad y, sobre todo, a tomar sin titubeos las riendas de asuntos que hasta hace poco eran coto privado del hombre. Consecuencia de todo esto, son los nuevos síndromes sociales: el de la "superwoman" y el de la "llanera solitaria" tan en boga en nuestros días.

Por último, nos queda el signo de Aries, que aun siendo siempre el primero, en este caso, intencionadamente, lo hemos dejado para el final, porque es el hombre (arquetipo Aries) el que se lleva la peor parte del pastel en todo este tinglado: ya no encuentra en el hogar ese colchón de seguridad, privilegios, comodidad y dominio al que estaba acostumbrado, y esto le hace sentirse incómodo, descuidado y, en el peor de los casos, agresivo.

Ya no están de curso los estereotipos que hasta ahora le habían abrigado y otorgado posiciones de privilegio y, para colmo, está obligado a desarrollar valores hasta ahora considerados impropios de su sexo y antagónicos a su masculinidad.

El hombre está viendo que la mujer se ha incorporado al mundo laboral (Capricornio), pero a él le resulta muy difícil ocuparse de la familia (Cáncer) y posicionarse con otra perspectiva radicalmente diferente en las relaciones de pareja (Libra) a tenor de las circunstancias actuales.

En fin, este es uno de los principales retos que nos toca vivir: trabajar, trabajar, y tener poco tiempo para amar. Al final, a la mayoría nos tocará ocupar la cama en diagonal.