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Por Steven Forrest
Artículo publicado por la revista mexicana Casa 9. Nº 2. Otoño 2004


The sea refuses no river. Pete Townshend.

Imaginen un adolescente rebelde que se va de casa; en apariencia una muestra de valentía, pero en realidad por dentro está lleno de dudas e inseguridad. Como “irse de casa” es un paso crucial en nuestro desarrollo, debemos aceptar que la rebeldía y el desafío son también necesarios. Para realizar la tarea uraniana de individuación, el ego debe ser “estimulado”. Los resultados no siempre son atractivos, pero sin ese empujón psicológico extra, los seres humanos –tampoco culturas enteras- tendrían el valor suficiente para enfrentar la inevitable incertidumbre del seguir adelante.
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Piscis, en cambio, refleja procesos más suaves: rendición, transcendencia, aceptación. Busca liberar a la conciencia de su estrecha identificación con el ego y sus “certezas”, ambos reales y fingidos.

Cuando Urano está en Piscis tenemos entonces una clásica confrontación entre opuestos. Urano exalta la confianza en nosotros mismos, una especie de “whiskey courage.” Y Piscis empuja en la dirección contraria: dejando ir, abriendo, yendo con la corriente y rindiéndose.

Durante los ocho años que dura el tránsito de Urano por Piscis estos arquetipos en conflicto hacen gala de su ostentosa unión, tanto en las vidas de los individuos cuanto en el escenario de la historia. Como siempre, un propósito divino subyace en este patrón. Llega en el momento oportuno y puede tener un impacto sanador en todos nosotros. Aunque por supuesto que también somos libres de provocar con esto un desorden colectivo.

En mi opinión, aquí está el corazón de la alquimia
Urano/Piscis. Nuestro proceso colectivo de individuación ha llegado a un punto en el que necesita ser impulsado y sostenido por valores y métodos psicianos. Debemos enfrentar lo desconocido. Debemos alejarnos del campo gravitacional de los reflejos históricos internalizados –y de figuras de autoridad introyectadas que nos encadenan a viejos patrones de pensamiento y conducta. Debemos dejar el pasado atrás.

Para conquistar estas metas uranianas, nuestra estrategia necesita reflejar el campo arquetípico pisciano, incluyendo:
1. Fantasía e imaginación.
2. Lectura de omens y signos
3. El derrumbe de fronteras; la interrelación de categorías
4. Prácticas espirituales renovadas
5. Viajes a “otro mundo”
6. Dejar ir el pasado, perd& oacute;n

Mientras estos procesos se llevan a cabo, enfrentamos nuestra propia resistencia y miedo. El ego uraniano no disfruta dejarse ir en esta particular caída de agua pisciana; aterrorizado y desesperado se adhiere a los debilitados niveles de control. La atmósfera de pánico colectivo interactúa de maneras potencialmente viciosas con la intrínseca intolerancia uraniana de reglas y obligaciones. Incluso la tranquila voz de nuestra “moralidad” instintiva es silenciada: hay una disminución de nuestra aversión natural al sadismo, nuestro deseo natural de proteger a los niños, o nuestro natural desprecio por la autodestrucción. Podemos sentirnos tentados a la rebelión (Urano) contra la compasión (Piscis).

Los riesgos son altos, Piscis es el último signo del zodiaco. Hay una sensación de “lógralo, o falla por completo”. Con la órbita de 84 años de Urano, por supuesto que la humanidad ha sobrevivido a este tránsito ya muchas veces. Y dadas las actuales realidades geopolíticas y ecológicas, resulta difícil no enmarcar esta aparición particular en términos extremos. Hay posibilidades peligrosas, así como potenciales avances revolucionarios. Pero éstos últimos sólo pueden ser alcanzados mediante la voluntad colectiva de abandonar viejos patrones, rencores y nuestra adicción a conflictos ritualizados y sin salida.

Signos y Omens
Como el decimosegundo signo que es, Piscis representa un “tiempo final”. Es entonces natural que durante el tránsito de Urano por este signo, la pantalla de la percepción colectiva muestre evidencias de finitud o caducidad, que refleje la fragilidad humana a la luz de fuerzas cosmológicas e históricas. Las palabras de Ozymandias de Shelley vienen a la mente: “Look on my works, ye Mighty, and despair”.

Es como si el cosmos nos estuviera recordando la verdad Pisciana de que todo debe fluir, pasar. Seremos más sabios si recordamos nuestra transitoriedad y elegimos la visión más larga, humilde y realista de nuestro lugar en la historia.

Pensemos en el impacto mítico que tuvieron en la mente colectiva los siguientes eventos, todos vinculados con el tránsito de Urano por el signo de Piscis: se descubrieron las ruinas de Pompeya (1592). Jean-Louis Agazzis demostró que una era glacial había terminado una vez con gran parte de la tierra (1840). Se abrió la tumba del rey Tut (1922). La Armada Española fue finalmente destruida (1588).

Sic transit gloria mundi.
Menos visiblemente, el origen de los fósiles fue descrito por primera vez por el anatomista danés Nicolaus Steno en 1669. Hubo evidencia repentina, literalmente grabada en piedra, de que especies enteras habían desaparecido. Paralelamente a estos desarrollos, también encontramos finales “a hurtadillas” bajo Urano en Piscis. Estos son eventos que, como la alusión casual de que el asesino es el carnicero en la página 27 de la novela de misterio, no advertimos cabalmente hasta mucho después. Martin Luther fue ordenado sacerdote católico y romano en 1507. Moctezuma II había ascendido al trono azteca cinco años antes. Algunas veces el gusano uraniano entra en la manzana pisciana sin ser visto.

Estos eventos reflejan la sincronicidad clásica: es significativo que hayan ocurrido en estos momentos. La humanidad necesita una “llamada que la despierte.” Necesitamos que nos recuerden nuestra fragilidad. Necesitamos recordar que, en palabras del Don Juan de Carlos Castañeda, somos “polvo en el viento”.

Perspectivas como ésta estimulan nuestra apertura a las nuevas imágenes y direcciones que son el corazón de este tránsito uraniano. Nos hacen menos necios y menos orgullosos.

Diré algo más sobre esas nuevas imágenes en un minuto, pero antes déjenme hacer una predicción astrológica atrevida: Aquellos de ustedes que están familiarizados con mi trabajo, saben que no soy proclive a “ver el futuro”, al menos no en términos rígidos. Creo que la tarea del astrólogo es predecir preguntas y no respuestas -eso, y ayudarnos a encontrar nuestro camino hacia planos más elevados.

Lo que sigue son sólo mis adivinanzas y especulaciones. En algunos casos me sentiré plenamente feliz de haberme equivocado.
Es desagradable escribir estas palabras, pero la honestidad me obliga a decir que las imágenes de ciudades devastadas y masacres -visiones modernas de Pompeya- son consistentes con el simbolismo de Urano en Piscis. No me refiero al Apocalipsis, más bien me pregunto si la imaginación de la humanidad está ya a tal punto debilitada, como para que necesitemos tan horrible imaginería concreta a fin de despertar los sentidos colectivos. Diré algo más sobre el poder redentor de la imaginación pisciana después, así que si mis palabras los han perturbado, sigan leyendo. Hay también finales más felices.

Me siento confiado al predecir que mensajes de la biósfera terrestre ratificarán su elocuencia durante los próximos ocho años. La idea de que “no podemos seguir tratando así a la naturaleza” tomará un sentido de gran urgencia: niveles marítimos en alza, aumento en la temperatura global, desastres climáticos. Nos daremos cuenta de que la tierra está sujeta a repentinos cambios devastadores: recordemos que la verdadera historia de los glaciales fue descubierta durante un tr& aacute;nsito de Urano por Piscis. Va a haber intensos debates, guerras incluso, sobre la catastrófica disminución de nuestras reservas del clásico elemento pisciano: agua fresca, agua potable para beber. El agua sustituirá al petróleo como el gran causante de inquietud geopolítica.

He aquí mi carta más arriesgada: “predigo” que durante los próximos ocho años se descubrirá irrefutable evidencia de civilizaciones antiquísimas, y que será descubierta bajo el agua. Muy pronto saldrá a la luz que estas civilizaciones “desaparecieron” justamente como resultado de un repentino cambio climático.

Vamos ahora a las fuerzas que pueden salvarnos.

Imaginación
Bajo el impacto de este tránsito el genio revolucionario (Urano) interactúa deliciosamente con la visionaria imaginación (Piscis). Esto se relaciona con desarrollos artísticos extraordinarios. También plantea las bases para el surgimiento de nuevos puntos de vista que ayudarán a la humanidad a alcanzar un renovado y positivo sentido de dirección. La imaginación es la llave de todo este período. Y los altos sacerdotes y sacerdotisas de la imaginación son, por supuesto, nuestros artistas.

Con Urano en Piscis Leonardo da Vinci comenzó su Mona Lisa (1503). Michelangelo fue llamado a Roma por Julio II (1505). William Shakespeare comenzó a producir su caudal de dramas y comedias históricas. Hans Christian Andersen publicó el primer volumen de sus Tales Told for Children (1835). En 1837 Charles Dickens publicó su primera novela, The Pickwick Papers. Joseph Sax inventó el saxofón en 1841 -y un ciclo más tarde la era del jazz estaba en su mejor momento: Louis Armstrong, Duke Ellington, F. Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway y muchos otros estaban transformando el ethos colectivo. André Breton publicó el Manifiesto Surrealista en 1924. Y por supuesto este período se relacionó con la llegada de la forma artística del s. XX por excelencia: el cine. La Marca del Zorro de Douglas Fairbanks se estrenó en 1920; El Sheik, la película más famosa de Rodolfo Valentino, en 1921 —sus funerales en 1926 causaron histeria, suicidios y escenas mórbidas. La primera película de Charlie Chaplin, The Kid también se estrenó en 1921; y la clásica de Fritz Lang, Metropolis, en 1926.

La tecnología interactúa poderosamente con el arte, abriendo nuevas posibilidades. “Sus diálogos” iniciaron con la proyección de The Jazz Singer, cuando Al Jolson dijo un par de líneas. Eso fue en 1927, mientras Urano coqueteaba con la cúspide de Aries. Como era de esperarse, el inventor escocés John Logie Baird presentó un sistema de televisión a un grupo de científicos en Soho, Londres, en 1926. Y un ciclo antes, en 1839, el pintor francés Louis Daguerre y el científico británico William Fox Talbot habían inventado de modo independiente la fotografía.

En todos estos eventos percibimos claramente la presencia del arquetipo uraniano/pisciano básico: el del artista visionario seduciendo y guiando la conciencia colectiva hacia nuevas y revolucionarias perspectivas. Los mismos artistas están vigorizados -y sinérgicamente unidos a un público receptivo, hambriento de nuevos puntos de vista. Imaginación mata todo.

Me siento seguro al predecir un renacimiento artístico en los próximos ocho años. La increíble promesa creativa de la generación con Plutón en Libra va a florecer, y estará apoyada por tremendos adelantos técnicos: el don de la generación con Plut& oacute;n en Virgo. Por fin dejaremos atrás la larga sombra de los artistas de los años sesenta y nos adentraremos en una estética completamente fresca y novedosa.
Muy profundo, en el corazón de esa novedad, estarán las llaves del futuro humano.

Cambios en la sintaxis del Misticismo
Pensamos en Piscis y de inmediato lo asociamos con misticismo. Pensamos en Urano y de inmediato lo asociamos con revolución. Revolución en la mística es lo que surge naturalmente. Esto es atinado, aunque sería más preciso describir históricamente esas revoluciones como teológicas. Sospecho, sin embargo, que los místicos han estado visitando exactamente los mismos paisajes interiores a lo largo de la historia, y que los cambios uranianos están más en el lenguaje utilizado para describir la experiencia, que en la experiencia misma.

Afirmemos también que esos cambios teológicos, en el más puro estilo uraniano, súbito y extremo, fácilmente existen en tensión con los sistemas de creencias pre-existentes. Son considerados por la “teología establecida” como peligrosos o simplemente equívocos.

Habíamos ya hecho mención del ordenamiento como sacerdote en la Iglesia Católica Romana de Martin Luther. Las semillas revolucionarias sembradas en ese evento no requieren explicación alguna. En una ilustración clásica de los intentos “teológicos” de dar cuenta de los místicos, el Papa Alexander III estableció en el año de 1170 ciertas reglas para la canonización de los santos. Imitación de Cristo de Thomas Kempis se publicó por primera vez en inglés en 1503. Más recientemente, en 1843, Søren Kierkegaard publicó Either/Or, expresión de las premisas básicas del existencialismo. Y cuando Urano llegó a Piscis de nuevo, esta controversial base existencial de la teología moderna alcanzó un mayor desarrollo, al publicar Martin Buber I And Thou (1923) y Martin Heidegger El Ser y el Tiempo (1927).
La religión comparada y la teología son campos difíciles de entender, quizá más inclinados a reflejar los cambios intelectuales en la interpretación de la entidad mente/alma, que de hecho a conducirla -los santos no tienen doctorados. Aún así, la metáfora mística es poderosa, y me parece que podemos anticipar el surgimiento de filósofos revolucionarios, pensadores espirituales y teólogos cuyo trabajo será un brazo más que desemboque en, y alimente el río de la imaginación humana.

Mientras exploramos este territorio, déjenme lanzar otra predicción al ruedo. Vamos a ver un resurgimiento de la cultura “psicod& eacute;lica” junto con un nuevo caudal de “medicamentos sagrados” y un renovado esfuerzo por llevarlos al más serio plano profesional y cultural. Digo esto porque Piscis refleja a la conciencia misma y Urano propicia lo súbito y extremo. Los agentes psicodélicos ciertamente reflejan todas estas características. Con el riesgo de plantear lo obvio, este desarrollo va a despertar una reacción conservadora. Llevándolo un paso más adelante, no limitemos nuestra imaginación a los químicos -las “drogas” de los próximos ocho años pueden ser electrónicas y acaso estar relacionadas con la tecnología virtual. Es más, la “tribu” que se formará, seguramente va a interactuar sinérgicamente con las nuevas formas de arte uranianas, creando un nudo cultural de significado e impacto duraderos, como fue la cultura de la ley seca conducida por el alcohol de los años veintes.

Dos de las “drogas” más difundidas en la cultura occidental son el tabaco y el azúcar. Sir Walter Raleigh estableció la colonia Virginia en la Isla Roanoke en 1584, y el primer niño inglés nació en los Estados Unidos tres años después, ambos con Urano en Piscis. Los nativos de Norteamérica rápidamente introdujeron a sus nuevos vecinos en el tabaco. Un ciclo antes, en 1506, los españoles cultivaron por vez primera la caña de azúcar en las Indias Occidentales. Probablemente sea significativo que la anestesia se utilizara por vez primera en 1842, cuando el cirujano norteamericano Crawford Long operó a su paciente utilizando éter.

Derrumbe de fronteras culturales
A veces se dice que Piscis representa la integración de los otros once signos. Por lo tanto, cuando Urano transita por aquí, tenemos evidencias del colapso de fronteras culturales, con la recíproca fertilización creativa resultante de la metáfora y la imagen -y por supuesto del intercambio genético también.
Más arriba mencionábamos la llegada de los ingleses a Norteamérica, lo que ilustra estos principios de fertilización recíproca en quizá la más grande escala que la humanidad ha experimentado: la famosa, creativa y controversial, “melting pot” norteamericana. Un ciclo uraniano antes, en 1501, Gaspar de Corte-Real realizó el primer aterrizaje confirmado en Norteamérica, al menos desde que los vikingos llegaron brevemente a “Vinland” medio milenio antes: por alguna razón no muchos conocen el logro de Gaspar, pero su significado histórico es obvio. Cuatro ciclos de Urano después, siguiendo a Gaspar, se estableció el primer servicio regular de un barco de vapor entre Inglaterra y los Estados Unidos (1838). Vamos un ciclo después en la línea del tiempo y unos dos mil pies más arriba, y la misma cosa volvió a suceder: Alcock y Brown realizaron el primer vuelo sin escalas sobre el Atlántico (1919), preparando el camino para Lindbergh, el más famoso viajero sin compañía. Él voló en mayo de 1927, con Urano entrando a Aries, pero el planeta entraría de nuevo en Piscis por dos meses alrededor del Año Nuevo.
En una más modesta, pero de inmediato eficaz escala, observamos que la construcción de los ferrocarriles comenzó en Inglaterra cerca de 1836, sacudiendo y perturbando los límites sociales y geográficos.
Debemos reconocer también que las culturas se difunden a través de otros medios, no sólo los viajes físicos y la apertura de “nuevos mundos”. El telégrafo eléctrico fue patentado en Inglaterra por Charles Wheatstone y William Fothergill Cooke en 1837. Y ya mencionamos la invención de la fotografía y de la televisión, ambas bajo esta vibración uraniana/pisciana.

A menos que la humanidad experimente una fatal falla en su imaginación, eventualmente comenzaremos a explorar más ampliamente nuestra atmósfera cósmica. Antes de los viajes espaciales, nuestro “barco-estrella” más satisfactorio era el telescopio inventado por Isaac Newton durante un tránsito de Urano por Piscis, en 1668. Siete años después, el astrónomo alemán Olavis Roemer calculó por vez primera la velocidad de la luz y demostró que era finita. Dos ciclos uranianos más tarde, el astrónomo prusiano Friedrich Bessel demostró que las estrellas se ubican a distancias enormes. En otras palabras, ha sido muy significativa la relación del tránsito de Urano por Piscis con la profundización de nuestro sentido del lugar que ocupamos en el universo físico.

Esta expansión de nuestro sentido del espacio, sea cosmológico o geográfico, parece ser una de las incidencias fundamentales de la configuración. Por mucho tiempo los físicos han especulado sobre la noción de “otras dimensiones”. Acaso durante esta aparición de Urano en Piscis encontrarán la manera de probar, contactar, o incluso entrar en una, con la consecuente expansión radical en nuestra definición del concepto de “universo.”

Hemos estado considerando patrones o series de avances súbitos vinculados a través de las sucesivas apariciones uranianas/piscianas: el descubrimiento de América del Norte por Gaspar, la apertura del servicio del barco de vapor a través del Atlántico y los primeros vuelos transoceánicos, todos tuvieron lugar en distintos pasajes de Urano por Piscis. La invención del saxofón y un ciclo después la era del jazz. Either/Or de Kierkegaard seguida un ciclo más tarde por I And Thou de Buber y El ser y el tiempo de Heideggar. El teatro de Shakespeare seguido por la invención de la fotografía, seguida por la época de oro del cine.

Sobre estas bases, y sobre las bases de mis referencias “barcos-estrella” dos párrafos antes, aventuro otra predicción: los próximos ocho años traerán no sólo un cambio paradigmático astronómico, sino incluso adelantos en la física de los viajes espaciales. Si continúan las tendencias actuales, seguramente veremos que se concluye la Estación Espacial Internacional, con todas sus implicaciones en términos de aprendizaje sobre cómo vivir en el espacio –ojalá que en armonía intercultural. Predigo un avance repentino en la velocidad de los viajes espaciales interplanetarios, y probablemente pasos gigantescos en términos de la física de velocidades superiores a las de la luz. Algún trabajo interesante se ha hecho ya en esa área por Alcubierre.

Sombra
Antes utilicé la metáfora “caerse en la catarata de agua” para el tránsito de Urano por Piscis. Naturalmente, a una parte significativa de la psique humana no le gusta la idea. Tenemos miedo a rendirnos; nos da miedo perder el control y también los cambios cuyas consecuencias no podemos vislumbrar. Estas son emociones naturales, y todos vamos a tener que lidiar con ellas. Pero algunos de nosotros vamos a permitir que dichas emociones nos determinen. Entre ellos, algunos simplemente se van a asustar y van a responder a su ansiedad en el estilo clásico de la sombra de Piscis: con escapismo y negación. Pero otros van a actuar al ver que las bases de su cultura y su visión del mundo desaparece. Se van a sentir arrinconados, sintiendo que están siendo dejados atrás –que el soporte colectivo y popular a sus perspectivas se hunde en el caudal del furioso río pisciano/uraniano del cambio y el fin.

Acaso el ejemplo histórico más sucio de este fenómeno de sombra sea la Santa Inquisición. En 1252, bajo Urano en Piscis, los inquisidores comenzaron a utilizar la tortura en sus “discusiones” con los herejes. Me he concentrado en eventos históricos más que en fechas de nacimiento, pero viene al caso mencionar que Torquemada, el Gran Inquisidor Español, cuyo nombre es sinónimo del exceso sádico de dicha institución, nació dos ciclos más tarde, en 1420. Una muestra del “inquisitorial” en la historia norteamericana es el infame “Juicio Monkey” de 1925 -el profesor de escuela John Scopes fue perseguido por enseñar a sus estudiantes las teorías de la evoluci& oacute;n de Darwin. Ese mismo año Billy Mitchell, piloto as durante la Primera Guerra Mundial, fue llevado a la corte por críticas a la Armada. La crítica se centraba en su observación de que los aviones eran capaces de hundir barcos. Antes que enfrentar el hecho de que la realidad militar cambiaba, sus “superiores” optaron por silenciar al mensajero: otra vez vemos la huella represiva del lado oscuro de la matrix uraniana/psiciana. Una actitud de miedo similar encontramos en el pasaje 1919 de la Enmienda 18 a la Constitución de los Estados Unidos, que inauguró la era de prohibición -y sin saberlo apoyó la radicalización de una parte significativa de la población norteamericana al proveer un medio fértil para el surgimiento de la liberación sexual, el feminismo, la integración racial, el jazz y la literatura honesta.
Y este es quizá el verdadero mensaje: la energía uraniana provoca resistencia; adora tener algo a lo cual oponerse. Quizá en el plan divino la ignorancia, incluso la ignorancia agresiva, sea un ingrediente necesario de la atmósfera cultural. Ciertamente, y sin temor a equivocarnos, podemos predecir reacciones desafortunadas, probablemente violentas, y hasta reacciones vanas de los aterrados e ignorantes.

Oración
Entonces ¿qué podemos hacer? Abrir nuestros corazones, estar preparados para recibir la nueva visión -y dejarnos sorprender por ella. Apoyar a nuestros artistas y visionarios, y escucharlos. Cruzar fronteras y liberar a nuestra imaginación. Orar por la gracia de aceptar lo desconocido y lo incontrolable en nuestras vidas. Leer y aceptar los mensajes de finales, cosas que terminan, incluso el fin de las cosas buenas y valiosas. Pensar en Pompeya -y en Virginia Dare la pequeña inglesa que nació bajo la sombra húmeda de los pinos en el umbral del nuevo mundo.

Y, muy seriamente, orar.

Traducción: Isabel Zapata.

Urano en Piscis: desde el 11 de marzo del 2003 (el 16 de septiembre regresó a Acuario y reingresó a Piscis el 31 de diciembre. El 29 de mayo del 2010 entra a Aries, pero regresa a Piscis en agosto 15) al 13 de marzo del 2011.5

Este artículo se publicó en Journal of the British Astrological Association. Se reproduce aquí con autorización de quien lo firma.

Steven Forrest es autor de varios libros: The inner sky (1984), The changing sky (1986), con su esposa Jodie Skymates (1988), luego en 1993 The night speaks, The book of Pluto (1995) junto con Jeffrey Wolf Green, Measuring the night: Evolutionary astrology and the keys to the soul (2000). En 2002 publicó con Jodie Skymates: Love, sex and evolutionary Astrology. Es Presidente del Consejo de Asesores del Kepler College. Vive cerca de Chapel Hill en North Carolina, Estados Unidos; se dedica a la consulta privada, pero viaja por su país, Canadá y México dando conferencias y talleres astrológicos. Tel.: (919) 929-4287 / Fax: (919) 929 7092 / e-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. /
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