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Autor: Jorge César Parodi – Córdoba – Argentina

Noviembre 2017

Siguiendo la línea de investigación del Dr. Carl Jung voy a considerar la presencia de los arquetipos en la Astrología dejando en claro que, en este trabajo, no voy a referirme a lo que habitualmente se maneja como las imágenes arquetípicas, sino que me concentraré sobre el estudio de los Arquetipos en sí y cómo quedan representados en la carta natal.

Es indudable que, en cuanto a las figuras arquetípicas, según sea el enfoque del investigador esas imágenes pueden variar en lo que se refiere a la representación de los Arquetipos en nuestra mente, pudiendo llegar a citar un número mayor o menor de esas imágenes.

Por ese motivo, he decidido concentrarme en lo que considero la manifestación del Arquetipo como tal, en el sentido que les daba Jung: los mismos no se desarrollan de manera individual sino que están configurados por las experiencias que la humanidad en su conjunto ha tenido a lo largo de su proceso evolutivo. Por ese motivo, el mismo Jung aclaraba, que los Arquetipos no son representaciones heredadas sino, posibilidades heredadas de representación. Es decir, los Arquetipos en sí carecen de contenidos pero representan fuerzas directrices que dan forma a la experiencia humana.

El Arquetipo en sí existe como condición básica de la psique humana y constituye la posibilidad potencial para un desarrollo del ser humano. De acuerdo a Jung, el mismo representa una condición estructural en la esfera psicoide como elemento portador de un potencial.

Mi gran interés al abordar este enfoque parte, precisamente, por la necesidad, en este momento, de profundizar más allá del tema tan conocido como lo es el de las imágenes arquetípicas. Es un intento que debería llevarnos a concientizarnos un poco más.

Tomo, al respecto, mis propias experiencias y mis trabajos de investigación pero, al mismo tiempo, encuentro en astrólogos tan autorizados, como Dane Rudhyar, quien en su libro “La Astrología y la Psique Moderna”, Ed. Kier (1988) afirma:

El significado simbólico del mapa natal de un individuo, levantado para el momento y lugar de nacimiento, en realidad, y en lo que concierne a su valor psicológico, es un arquetipo en su inconsciente (página 46, el subrayado es mío).

Más adelante, en la misma obra, (página 47) agrega: “Pues el que una persona estudie su horóscopo significa descubrir el orden del cielo en la raíz de su ser . Es descubrir la fase particular del Ánima Mundi (el alma del mundo, la Gran Madre) que se convirtió en el molde dentro del cual se derramó la naturaleza humana genérica y colectiva, así como el individuo emergió en el mundo de aire y de luz como un infante recién nacido que respira”.

Cuando estas afirmaciones se han convertido en experiencias concretas poco importa si lo psicoide es algo metafísico o no: el mismo hace referencia a una totalidad que trasciende las divisiones de la mente racional.

Con este tema me detengo aquí. Hay mucho material que puede ser consultado y no es, además, la cuestión central de este trabajo. Me interesa ahora, desarrollar mi hipótesis.

Dejo en claro que me concentraré sobre lo que se consideran los puntos focales fundamentales de una carta natal: el Sol, la Luna, el Ascendente.

Para hacerlo me basaré no sólo en mi larga experiencia como profesional sino que tomaré como fuentes primordiales la Ciencia Esotérica y la Mitología.

Luego, se comprenderá porqué.

 

Comenzaré por ésta última: Rea es la madre de los dioses en la mitología griega, diosa de la fertilidad, hija de Urano y de Gea. Tal como señalan los relatos mitológicos, fue la madre de los dioses. Ella, en definitiva, es la que le dio vida a los planetas que son propios de nuestro sistema solar.

Por el relato bien es sabido que Cronos procedía a comer a los hijos de Rea tan pronto, salían de su seno. Lo que sucedió, en realidad, fue una lucha decisiva en la cual estuvo en juego, la creación del sistema solar como veremos a continuación.

Si recurrimos a la Ciencia Esotérica encontramos, a su vez, una explicación muy profunda y que despeja un tanto el panorama: en realidad la madre Rea consistió en una gigantesca nebulosa (materia cósmica difusa con aspecto de nube) la que, al condensarse, produjo en su seno desprendimientos en forma de cometa (los hijos- los planetas) los que, al separarse, fueron delimitando la esfera espiritual del Sol y de todo el sistema. El proceso que tuvo lugar fue, aproximadamente, así: después de expulsar la masa ígnea que corresponde a nuestro Sol sucedió lo mismo con el resto de los planetas.

Siguiendo con el relato esotérico, la nebulosa madre, siguió expulsando el plasma que constituiría el cuerpo de los restantes planetas; no obstante, Saturno, ya ubicado en su órbita y en correspondencia con lo que señala la mitología, procedía a luchar con ellos y a destruirlos.

Aquí es necesario que me detenga a fin de profundizar la función del Sol. Sabemos que el mismo es fuente de energía, vitalidad y resulta esencial para el mantenimiento de nuestra vida. Su energía, según la ciencia, llega a nuestro planeta en forma de plasma el que se caracteriza por no tener forma pero que se encuentra cargado eléctricamente.

Al tocar nuestro planeta se produce el conocido proceso de foto síntesis: ese proceso consiste, básicamente, en transformar materia inorgánica en materia orgánica gracias al aporte que realiza la luz (Sol). Es decir, pasa a ser energía química. Encontramos en ese punto, el nacimiento de la célula, la vida biológica, la base de nuestro complejo organismo.

Para el propósito de este trabajo, con lo anterior es suficiente: nuestra vida se mantiene gracias a ese proceso de foto síntesis que tiene como base, la energía solar.

Podemos señalar, entonces, que es a partir de una energía sin forma (plasma) que tiene lugar el proceso gracias al cual se produce la aparición de las formas: cuerpos físicos, vida biológica, etc.

Desde esta perspectiva considero válido sostener que uno de los Arquetipos fundamentales es la energía que emana del Sol el cual, cómo sostenía Jung, está vacío de contenido pero proyecta las líneas fundamentales de su energía que resultan necesarias para la construcción de las formas (imágenes arquetípicas).

Dejo, por el momento, el análisis de la función del Sol para concentrarme ahora, en la siguiente imagen arquetípica: la Luna.

 

En la mitología griega, la Luna, era conocida como Selene hija de los Titanes y hermana de Helios, el Sol y de Eos, la aurora. Después que el Sol termina su recorrido diario, comienza el reino de la Luna. Quien desee profundizar este tema, lo podrá hacer consultando numerosos tratados. Para el objetivo de este trabajo, con lo anterior es suficiente.

Por otro lado y, siguiendo los lineamientos de la Ciencia Esotérica, nos encontramos con que: hace millones de años, las entidades espirituales que habían emergido del seno de Dios o del Absoluto, siguiendo el proceso evolutivo en marcha, se dirigieron hacia la Luna pues en ese astro, era necesario desarrollar lo que se conoce como el Cuerpo Astral o Cuerpo de Emociones. Era el4 necesario paso previo antes de descender a la densidad de la materia física representada por la Tierra.

Esta descripción permite comprender algunas cuestiones: porqué a la Luna siempre se le ha asignado el rol de madre protectora, el símbolo de aquella persona encargada de cuidar a sus hijos, de alimentarlos y protegerlos; en lo psicológico, simboliza al pasado, la memoria de lo ya aprendido, y todo lo conectado con nuestra vida emocional.

Cabe aclarar que si bien se considera al cuerpo astral como una reproducción en materia más sutil del cuerpo físico es, en realidad, una nebulosa, una forma ovoide, íntimamente conectada con nuestro cuerpo al que le da vida.

Tenemos aquí al que yo considero el otro Arquetipo esencial, fundamental y que estaría representando a lo que Jung conoció como el Ánima.

De ella se desprenden las distintas figuras o representaciones arquetípicas: la madre, la hetaira, la amazona, etc.

 

Pasemos a considerar ahora lo que, a mi entender, configura el tercer Arquetipo fundamental: veamos la función del planeta Tierra.

El mismo es nuestro hogar y, como hemos visto, es el que provee el material físico necesario para la construcción del cuerpo humano. Se podría decir que es una suerte de cantera en la cual, las energías cósmicas, encuentran el material necesario para construir las formas.

Lo que interesa y mucho es que, al nacer una persona, si consultamos el gráfico de su carta natal veremos algo que va completando este panorama: el Ascendente de la misma, que simboliza el cuerpo físico y a la persona, está precedido por uno de los signos del zodíaco. A su vez, cada signo del zodíaco está regido por un planeta.

Se considera que el ascendente es una influencia fundamental al momento de determinar la forma física de la persona (no entro en detalles más complejos: posiciones planetarias, influencia de los mismos sobre el Ascendente, etc.); es decir, el resto del sistema solar (zodíaco y planetas) están configurando los aspectos psicológicos y físicos de la persona en cuestión. Todo el sistema está participando y se encuentra comprometido a realizar su aporte. Este aporte tiene como punto de partida, nuevamente, al Sol.

Todos los cuerpos celestes de nuestro sistema están interviniendo y así es como se puede ver a la totalidad, en su máxima expresión.

Estamos, por tanto, en presencia del tercer Arquetipo fundamental generalmente, conocido bajo la figura del hijo, el héroe, el eterno joven, etc.

En su libro “La práctica de la astrología” – Ed. Sirio, Dane Rudhyar en la

página 115 de esa obra señala: “...la carta natal es el arquetipo inmutable de la conciencia individual y no solo el punto de partida para la vida de una persona. La carta natal al ser dicho arquetipo, marca una ruta”.

En otras palabras mi conclusión es que existen tres Arquetipos esenciales de los cuales, por lo motivos ya explicados, se derivan las restantes imágenes arquetípicas.

 

Se puede plantear la pregunta de por qué tres Arquetipos?

Desde la perspectiva de la Astrología estoy proporcionando una respuesta aunque, si queremos ir más allá, podemos ver que siempre, en cualquier proceso, son necesarias tres fuerzas para que se produzca un resultado. En el plano físico, se necesita de un padre y una madre, para que surja un niño. A nivel de las religiones todas ellas hacen referencia, siempre, a los tres principios esenciales: Padre, Hijo, Espíritu Santo, la trilogía Hindú señala a Brahma, Vishnu y Shiva, algo similar encontramos en la religión egipcia y en otras que lleguemos a consultar.

A nivel de la Física esta trilogía está representada, en el átomo, por el neutrón, el protón y el electrón. De igual manera cualquier sociedad moderna se organiza alrededor de tres poderes. En Astrología encontramos su presencia en el aspecto de trígono cuyo significado esencial es afín a lo que estoy exponiendo.

No estaría completa esta breve exposición sobre las 3 fuerzas o los tres Arquetipos en sí, si no citara lo que dice al respecto la filosofía Oriental o la Teosofía.

Dentro de la mencionada corriente se sostiene que todo puede ser identificado como Yo y No Yo o en Ser y No Ser. Se considera que Ser es vida y consciencia y No Ser es materia y forma. Esta dualidad se completa así: como no puede existir algo separado y aislado entonces se debe reconocer que hay una relación entre ellas: Ser, No Ser y la relación entre los dos. O sea, de nuevo está la presencia de tres fuerzas.

Annie Besant en su libro “Estudio sobre la consciencia” – Sociedad Teosófica Argentina – 1981 – en página 13 afirma: “En esta trinidad se resumen todas las cosas y todas las reacciones tanto actuales como posibles, y de aquí que Tres ni más ni menos sea el fundamento de todos los Universos en su conjunto y de cada universo en particular”.

La Parte más importante, sin embargo, es cómo explican la Creación. Mencionan la actividad de tres Logos que las distintas religiones han recogido en las tríadas a las que me he referido más arriba. En qué consiste el trabajo de estos tres Logos?

Al desarrollar este tema debe entenderse que estoy realizando una síntesis muy apretada a los fines de mi trabajo pero que, en realidad, es un tema muy profundo y que quien se interese en conocerlo mejor deberá recurrir a alguno de los tratados como el libro que acabo de citar.

Veamos el tema de los Logos:

Se reconoce como lo que luego será el primer Logos al Padre, el que por un acto de voluntad delimita el espacio dentro del cual tendrá lugar su manifestación. De su seno, surgen todas las unidades de consciencia que luego serán conocidas como Hijos del Padre. Habitualmente, se los reconoce como Mónadas, el Purusha, el Jivatma, etc. Se lo representa como un punto dentro de una esfera.

El segundo Logos, el Hijo de la Trinidad, procede del primer Logos y ha heredado de Él el trino aspecto de voluntad, sabiduría y actividad. Esto último me hace recordar al aspecto del Trígono en Astrología.

Finalmente, el tercer Logos es concebido como la Mente Universal, actúa sobre la materia del espacio creando así las condiciones para que el segundo Logos pueda descender a esa materia vivificada. De este modo, la Segunda Persona toma forma de la materia que ha sido animada por el Tercer Logos.

Creo que, con esto, queda suficientemente fundamentada mi postura respecto a la existencia de sólo tres Arquetipos.

 

Qué derivaciones prácticas se pueden obtener de este tipo de análisis?

En primer lugar, si se pretende acceder a un nivel superior en el análisis de un horóscopo es necesario reconocer que la carta natal debe ser considerada, al menos, en dos niveles: el personal (ampliamente conocido) y el transpersonal. Sin embargo, este último, no se limita sólo a una elaboración conceptual sino que requiere de una preparación a nivel de la consciencia.

Pero, vayamos por partes. Nuestra limitada mente racional no está en condiciones de captar, de entrar en contacto con la totalidad sino que debe hacerlo trabajando sobre aspectos parciales de esa totalidad.

Esto último nos despeja el camino a recorrer: los aspectos que mantienen estos tres puntos focales ya sea entre ellos o con el resto de los planetas, trazan una vía por medio de la cual la persona puede elaborar su integración al Arquetipo en sí.

Veamos algunos detalles generales de cómo encarar ese análisis.

En astrología se reconocen dos tipos de aspectos: los armónicos y los inarmónicos. Para acceder a un estudio en un nivel superior estos aspectos, aunque en esencia sean los mismos, deben ser expresados como el símbolo de otro proceso que excede lo puramente personal: se los identifica como aspectos introyectivos y proyectivos. Tienen su correlato con los mecanismos psicológicos de nombre similar aunque ahora, los mismos, apuntan a estados interiores que son expresión de una búsqueda transpersonal.

Resulta necesaria una aclaración. El nombre dado a estos aspectos se deriva de la particular relación de la persona, con los arquetipos. Por ejemplo, los introyectivos, que toma su nombre del mecanismo de defensa introyección y gracias al cual la persona hace suyos rasgos del mundo que le rodea; es un proceso mecánico, inconsciente.

A los efectos de este trabajo ese significado cambia totalmente. Ya no se trata de un mecanismo sino de una función de la mente elaborada conscientemente. En este caso, la persona ha elegido voluntariamente identificarse con los principios representados por el Arquetipo, en este caso el Sol, e intenta vivir en función de esos principios. Dentro de esta categoría caen aspectos tales como trígono, el sextil, el quintil, etc.; ateniéndome al significado básico de estos aspectos en este caso ya no se trata de describir con ellos características personales, sino que simbolizan el grado de identificación de la persona con un principio superior y su disposición para colaborar con él. Representan el uso de la energía personal en su forma más auténtica y pura.

Un matiz muy importante estará dado por el signo en que se encuentra ubicado el Sol.

Pasemos al otro grupo de aspectos: los proyectivos. Partiendo siempre de su significado como mecanismo de defensa tenemos que: consiste, básicamente, en que la persona atribuye a otros sus defectos o virtudes es decir, el conflicto es trasladado el medio exterior.

A los efectos de nuestro análisis este mecanismo sigue siendo inconsciente aunque ahora, la persona proyecta sobre el universo sus aspiraciones o frustraciones personales señalando así, una marcada disociación con los principios arquetípicos. Se encuadran aquí los aspectos llamados conflictivos: cuadratura, sesquicuadratura, etc.

Implican cierto distanciamiento o confrontación con los principios arquetípicos que rigen su carta natal y una marcada necesidad de usar esas energías con un neto sentido personal fuente de conflicto en su vida: resulta difícil o imposible, por esta vía, alcanzar un estado de equilibrio interior, de plenitud que no está dada tanto por los logros exteriores dado que las energías astrales al alcance de la persona, apuntan a un desarrollo de su consciencia.

 

Con lo anterior entiendo que he trazado las líneas generales de un trabajo muy profundo que requiere de un oportuno conocimiento de la vida de la persona interesada y un manejo muy responsable y ajustado a las circunstancias personales concretas, de este enfoque. No es aconsejable, a partir de este enfoque, realizar una generalización de su significado.

 

   
   

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